LLAMADO EFICAZ

"Todo lo que el Padre ma da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le hecho fuera" (Jn.6:37)

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Serán los cristianos arrebatados?



Nota del editor: En Coalición por el Evangelio, y en The Gospel Coalition, tenemos diferentes posturas escatológicas. Todos afirmamos a gran voz ¡Maranatah!, y sabemos que el Señor regresará de manera visible y corpórea, pero diferimos en nuestra interpretación de los detalles de esta segunda venida. En este escrito encontrarás una postura sobre el rapto que tiene validez y de la cual todos podemos aprender –más en el contexto hispano que es eminentemente dispensacionalista– pero no representa lo que todos creemos.

El pasado fin de semana se lanzó en los cines estadounidenses el thriller escatológico “Dejados Atrás” (Left Behind). Se une a la oleada de películas cristianas que han salido este año: Hijo de Dios (Son of God), Dios No Está Muerto (God’s Not Dead), El Cielo es Real (Heaven is for Real), y Noé (Noah). Bueno, mejor no contemos a Noé.

Esta última película, Dejados Atrás, se destaca entre su grupo, no solo porque el actor principal es Nicholas Cage, ni porque está basada en la exitosa serie de novelas “Dejados Atrás” de Tim LaHaye y Jerry Jenkins. Posiblemente más que las otras películas, “Dejados Atrás” captura la imaginación del creyente porque retrata un evento futuro que cambiará al mundo: el rapto, ese momento en que de repente Cristo arrebatará hacia el cielo a todos los cristianos, años antes de su esperada Segunda Venida.

Según dijo el productor y escritor Paul Lalande, “Es una película basada en la Biblia, es una historia bíblica, es una historia real: solo que no ha pasado todavía”. Esto provoca la pregunta: ¿cómo será cuando de repente todos los cristianos desaparezcan? ¿Qué tan cerca estamos del rapto? ¿Seré arrebatado o dejado atrás?

Pero hay otra pregunta que debemos hacernos; una que te puede sorprender: “¿Enseña la Biblia algo sobre el rapto?”. Puede resultarte chocante el saber que hoy en día hay muchos cristianos, creyentes en la Biblia, que dudan del rapto, y que muchos otros cristianos a través de la historia ni siquiera han escuchado hablar del tema.

Una breve historia del rapto

La doctrina del rapto surgió a principio de siglo XIX con las enseñanzas de John Nelson Darby (1800–1882). Darby fue uno de los líderes del Movimiento Plymouth Brethren, y sus enseñanzas fueron conocidas como “dispensacionalismo”.

El dispensacionalismo de Darby distinguía drásticamente entre Israel y la Iglesia. Creía en Israel como terrenal, y en la Iglesia como celestial. Dios tenía dos pueblos y un plan distinto para cada uno. Por tanto, Darby entendía que las profecías del Antiguo Testamento aplicaban solamente a Israel, el pueblo terrenal de Dios. En vez de “espiritualizar” estas profecías, él esperaba un cumplimiento literal de las promesas de Dios para el Israel literal. Entonces, según el pensamiento dispensacional, ¿cuándo cumpliría Dios sus promesas a Israel? Durante el milenio (Ap. 20:1-8), luego de la Segunda Venida de Jesús.

Por tanto, para que Dios pudiera retomar los planes que El tenía para Israel, según creía Darby, primero Dios tendría que remover a la Iglesia del mundo. De ahí vino la necesidad del rapto. Darby había propuesto algo nuevo: el retorno de Jesús en dos etapas. Primero Jesús vendría a “arrebatar” a la iglesia, y luego volvería en su gloria visible1.

La ideas de Darby se esparcieron rápidamente, en especial en los Estados Unidos. El sistema dispensacional, incluyendo el rapto, fue diseminado a través de conferencias proféticas y recibió el apoyo de evangelistas como D. L. Moody y Billy Sunday. Pero el impulso más significante de las enseñanzas de Darby vino de la Biblia Anotada de Scofield (Scofield Reference Bible). El trabajo de Scofield se convirtió en el estándar en inglés para los fundamentalistas, creyentes de la Biblia, de inicios del siglo XX; y en el proceso expuso a miles de lectores al rapto a través de sus comentarios y notas influenciadas por el dispensacionalismo.

La doctrina del rapto continuó ganando auge en la segunda mitad del siglo XX, y el advenimiento del Israel moderno en 1948 parecía una clara señal de que Dios retomaba sus planes para Israel. ¡El rapto debe estar cerca! Libros como “La Agonía del Viejo Planeta Tierra” (The Late Great Planet Earth) de Hal Lindsay y películas como “Como Ladrón en la Noche” (A Thief in the Night) popularizaron aún más las enseñanzas dispensacionalistas. Y también está la serie de novelas “Dejados Atrás”, que han vendido millones de copias y han capturado la imaginación de una nueva generación.

El surgimiento y esparcimiento de la doctrina del rapto es una historia sorprendente. En solo un siglo y medio, un doctrina antes desconocida se ha convertido en una esperanza escatológica primaria para millones de personas.

¿Está el rapto en las Escrituras?

En última instancia, debemos evaluar las doctrinas no a través de la historia de la iglesia, sino a través de las Escrituras. El hecho de que el rapto y el dispensacionalismo sean las tendencias de moda en el mundo de la escatología no significa necesariamente que sean falsas. Generaciones anteriores pudieron haber mal interpretado la Biblia. Como Protestantes, nos aferramos a las Escrituras como autoridad, no a la tradición de la iglesia.

Pero el rapto enfrenta retos bíblicos también. No hay textos bíblicos que explícitamente enseñen nada similar a la Segunda Venida de Jesús en dos etapas. Pasajes que supuestamente describen el rapto pudieran fácilmente referirse a la gloriosa Segunda Venida, y de hecho, han sido interpretados de esa manera a través de toda la historia de la iglesia.

Por ejemplo, el Nuevo Testamento advierte repetidamente que Jesús volverá repentinamente como “ladrón en la noche” (ej. Mateo 24:42-44; 1 Tesalonicenses 5:2; 2 Pedro 3:10). Muchos leen estos pasajes como descripciones del regreso de Jesús en el rapto posible en cualquier momento. Sin embargo, en cada uno de ellos el contexto parece indicar que venida de la que se habla es la Segunda Venida pública, triunfal y gloriosa de Cristo en el Día del Señor (ej. Mateo 24:30–31; 1 Tesalonicenses. 4:16; 2 Pedro. 3:10-13).

Y luego tenemos las advertencias de Jesús diciendo que en su regreso “estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada” (Mateo 24:30-31). ¿No describe esto el rapto? Dos personas están en el carro una será arrebatada; la otra, dejada atrás. De ahí viene una famosa calcomanía para carros que dice, “En caso del rapto, esté carro quedará sin piloto”.

Pero de nuevo, la “venida” de Jesús a arrebatar a su pueblo (Mt. 24:39) ya ha sido identificado en el contexto inmediato como su gloriosa venida (Mt. 24:30-31), sin ninguna otra aclaración textual de que habrá otra venida. Además, la analogía del Antiguo Testamento de Noé y el diluvio sugiere que esos “arrebatados” son realmente aquellos arrastrados por el juicio (Mt. 24:39).

Mientras puede ser posible que estos textos y otros sí describan un rapto aparte del regreso de Jesús, no está claro, y es improbable. Repito, parte de lo que mueve la doctrina del rapto es la función que ocupa en el dispensacionalismo clásico de separar la obra actual de Dios en Israel con la de la iglesia.

¿Debe un cristiano ver la película “Dejados Atrás”?

Siendo honesto, no he visto la película “Dejados Atrás”, y probablemente no la vea. La estoy evitando mayormente por las malas críticas que le han dado y porque no quiero invertir mi tiempo en exponerme a un arte potencialemnte malo. Pero de una manera más general, ¿qué deben hacer los cristianos ante películas o libros basados en la teoría del rapto?
Mira, lee y escucha lo que quieras, pero sé cauteloso.

Sé consciente del trasfondo histórico y los retos bíblicos que rodean la doctrina del rapto. No solo asumas que es verdad por el efecto emocional presentado en una película o libro. Así como no construimos nuestras creencias en la tradición de la iglesia, tampoco debemos construir nuestras creencias basados en películas o novelas.

Y ten pendiente que el rapto es una de esas “doctrinas secundarias” sobre las cuales los cristianos pueden estar en desacuerdo. Me entristece pensar que hay iglesias y cristianos que se dividen por este tema. Si eres un escéptico del rapto (como lo soy yo, si no te has dado cuenta), ¿te molestarás si estás equivocado y eres arrebatado? “Ey, Jesús, ¿por qué me arrebataste? ¿¡No leíste mi artículo en Coalición por el Evangelio!?”.

Si por otro lado eres un fanático del rapto, ¿dejarás de seguir a Jesús si las cosas se deterioran, vienen persecuciones y sufrimientos y tienes que padecerlas?

Finalmente, evalúa dónde está tu esperanza. Mientras vas por la vida quejándote de este mundo colmado de pecado, deposita tu esperanza en la segunda venida de Jesús, no en una posible teoría de cómo Él vendrá. Claro que aquellos que creen en el rapto también creen en que Jesús volverá, pero cuando hablo con estas personas a veces siento que su consuelo en verdad está en saber que serán arrebatados antes de que el mundo caiga el caos total.

Recuerda, la gloriosa esperanza de la iglesia siempre ha sido el regreso triunfante de Cristo. No importa cómo marques los acontecimientos finales de tu línea del tiempo, ojalá que Cristo ocupe en centro de ella.

1 El dispensacionalismo es un sistema de interpretación increíblemente complejo, y este breve resumen no le hace justicia. Ni he tocado las formas en que el dispensacionalismo ha crecido y cambiado al pasar de los años. Puedes encontrar un breve, útil y conciliador resumen y crítica del dispensacionalismo en el libro “Entendiendo el Dispensacionalismo (Understanding Dispensationalism) por Vern Poythress.
Este artículo fue publicado originalmente el 9 de octubre 2014 en The Gospel Coalition. Traducido por Gittel Estevez-Michelen.

sábado, 4 de octubre de 2014

"LA IGLESIA DEBE SER AMIGA DE PECADORES"

"En la mayoría de las iglesias, no me siento bienvenido". Fue una declaración increíblemente triste y poco común. Bill (que no es su nombre real) es un tipo sinceramente agradable; también era un adicto en recuperación con antecedentes penales. Todos sus tatuajes tenían historias. "Este es un recuerdo de la muerte de mi madre". "Esta rosa es por mi hija . . . Ya no me permiten verla más". "Este es por el mejor disco de rock que ha existido". La verdad es que no todas eran buenas historias, pero eran parte de su vida. Sin embargo, debido a su historia, se sentía rechazado en la mayoría de las iglesias de su sector.

En una iglesia, alguien se ofreció para comprarle un traje, porque "debía tener uno para ir a la iglesia". Fue un gesto sincero, pero hizo que Bill se sintiera como que no pertenecía ahí. Otra congregación simplemente lo ignoró. Entró solo, se sentó solo y salió solo. La gente parecía notar su presencia pero no querían conocerle. En la iglesia de sus padres se conocía bien su historia, y debido al dolor y tristeza que les había ocasionado, a menudo se sentía juzgado, criticado y condenado cada vez que asistía. Una mujer en especial siempre le hacía comentarios con indirectas: "Ya hace tiempo que no vas a la cárcel. Te debe estar yendo bien".

Domado y domesticado

En la mayoría de las iglesias evangélicas modernas el evangelio ha sido domado, y domesticado. Sin embargo, el evangelio dice que éramos rebeldes, traidores, insurgentes en contra del Todopoderoso y santo Dios de universo. La ira de Dios, la furia del infierno, y la rabia de nuestros corazones oscurecidos no son temas seguros, domesticados. En el centro del evangelio se encuentra el asesinato sangriento y terrible del inocente Hijo de Dios. Hemos domesticado la cruz, llevándola en nuestras camisetas y alrededor de nuestros cuellos, pero debemos verla con claridad como la tortura de un hombre inocente, la muerte del Hijo de Dios y el medio despiadado de nuestra salvación. La cruz no es apropiada para la familia, pero sigue siendo el corazón del evangelio.

Si esta es nuestra historia, entonces ¿por qué tantas iglesias parecen comunicar que la gente no es lo suficientemente limpia como para ser recibida en el rebaño? Ya sea de forma intencional o no, algunas iglesias ven ciertos pecados como que si fueran más respetables que otros.

Por ejemplo, veamos la confesión de pecados. Un amigo confesó públicamente, en medio de lágrimas y quebranto, que era adicto a la pornografía. Sin embargo, nadie le dio seguimiento. Ni un solo miembro de su grupo pequeño, ni un solo anciano, le preguntaba cómo le estaba yendo. La confesión fue recibida con tal incomodidad que la mayoría prefirió pretender que nunca había ocurrido.

Piensa ahora en los tipos de ilustraciones que utilizan los pastores y maestros. Podemos dar a entender que los pecados de verdad están en una cierta lista o calzan en cierta categoría. Incluyen cosas como la actividad homosexual, el aborto o el abuso de drogas. Siendo estos nuestros ejemplos favoritos, las personas empiezan a hacer una distinción entre ellas mismas y las personas "realmente malas".

Los peores pecadores

Jesús, en su vida terrenal, amaba a los peores pecadores. De hecho, muchas veces los líderes religiosos lo atacaron por ser "amigo de pecadores". Jesús conocía y amaba a las prostitutas, a los traidores políticos, a los leprosos y a las parias sociales. Tim Keller ha resaltado de forma poderosa la diferencia entre Jesús y muchas iglesias evangélicas modernas. En El Dios pródigo, él escribe:
Cada vez que Jesús se encuentra con una persona religiosa o un marginado sexual (como en Lucas 7) o con una persona religiosa y un marginado racial (como en Juan 3-4) o una persona religiosa y un marginado político (como en Lucas 19), el marginado es el que se relaciona con Jesús y que se parece al hermano mayor (del hijo pródigo) no. Jesús les dice a los líderes religiosos respetables que "los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros" (Mateo 21:31).
Si la predicación de nuestros ministros y la práctica de nuestros parroquianos no tienen en la gente el mismo efecto que tuvo Jesús, entonces no estamos comunicando el mismo mensaje que Jesús comunicó.

Jesús era amigo de los pecadores. Debemos evaluarnos y a nuestras iglesias y preguntarnos si lo mismo se diría de nosotros. Me pregunto si la lista de pecados de los que estaban recuperando los corintios se encontraría en nuestras iglesias. Pablo escribe:
 
"¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores[a], ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios", 1 Corintios 6:9-11.

Si no se ven este tipo de historias en nuestras congregaciones, deberíamos detenernos y preguntarnos por qué.

La historia de Marianna

Me sentí tan orgulloso cuando escuché la historia de Marianna. Ella había sido desnudista de tiempo completo, y una miserable de tiempo completo. Eventualmente decidió que debía asistir a una iglesia y aunque no había dejado aún su trabajo, fue recibida con los brazos abiertos. A veces llegaba al culto con su "ropa de trabajo". Su pastor la recibía en la puerta de iglesia con un abrigo. Cuando decidió unirse a la iglesia, empezaron a presionarla más para que dejara su trabajo, explicándole con gentileza y firmeza cómo estaba pecando cada vez que realizaba su trabajo.

Su ayuda y amor no terminó ahí. Dado que Marianna no tenía habilidades comercializables y tenía poca educación, no tenía muchas opciones de trabajo. Su iglesia comenzó a acercarse y apoyarla, y le ayudó a recibir el entrenamiento que necesitaba para avanzar. La iglesia la recibió tal y como era y la amó lo suficiente como para no dejarla donde la había encontrado. La iglesia de Marianna fue realmente una iglesia con cultura de recuperación.

Una iglesia con cultura de recuperación no da cabida a pecados respetables. Todos los pecados son asquerosos, desagradables y dignos del infierno. Por lo tanto, honesta acerca de esta realidad, una iglesia con cultura de recuperación recibe a todo pecado y sus historias. Tanto el chico con adicción a las metanfetaminas como la mujer con adicción al enojo necesitan ayuda. Ambos son bienvenidos. Ambos reciben amor. Este proceso puede ser desagradable y complicado, sin duda, pero también lo es el evangelio.

Las iglesias con cultura de recuperación no siempre son apropiadas para la familia, pero siempre son apropiadas para el evangelio.
Este artículo fue publicado originalmente el 20 de febrero 2014 para The Gospel Coalition. Traducido por Daniel Lobo.

martes, 9 de septiembre de 2014



La médula del evangelio es la gracia de Dios. El Mesías encarnado vino al mundo y lo llenó de gracia y verdad. En ese instante, la gracia de Dios se manifestó para salvación (Tito 2.11). Esa gracia encarnada se convirtió en un objetivo militar para las potestades del mal y sus agentes humanos, quienes le presentaron todo tipo de oposición e intentaron matarla desde el momento mismo de su alumbramiento en aquel pesebre de Belen (Mt. 2:1,13-14). Pero era y es imposible que la muerte pudiera detenerla (Hch. 2.24), y se levantó al tercer día.

Abraham Lincoln, en su segundo período como presidente de los Estados Unidos en 1865, luchó por la libertad de los esclavos hasta abolir y desarraigar la esclavitud. Los prisioneros negros de todo el país fueron declarados legalmente libres. Lo sorprendente, es que la gran mayoría de los esclavos que vivían en el sur siguieron viviendo como oprimidos, como si no hubiera ocurrido nada. Eso es trágico.

Mediante su gloriosa gracia, Cristo en la cruz hizo libre a los creyentes. Lo irónico es que muchos creyentes de hoy viven como si fueran esclavos. Todo creyente ha sido liberado de la esclavitud del pecado, del mundo y de su poder. Satanás  lo sabe y lo detesta. Es por ello que hace todo lo posible por mantener a los creyentes sometidos a la opresión del pecado. El diablo odia la gracia y la victimiza, ya sea abusando de ella o pretendiendo restringirla mediante mandamientos humanos. Donde quiera que la gracia de Cristo se manifiesta (1 Co. 16.23), estos dos enemigos están presentes: el libertinaje y el legalismo.

1) El libertinaje

La gracia, cuando es predicada verdaderamente, se expone a ser mal interpretada. Así lo entendió Pablo cuando hace una  retórica pregunta a los Romanos: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” (Ro. 6:1 ).

Muchos movimientos del cristianismo nominal se mueven en esta dirección terrible. Malinterpretan la gracia de Dios y continúan viviendo en  sus pecados. Algunos sectores de la Iglesia temen correr este riego, pero este es un riesgo que ni Cristo, ni Pablo, evadieron. Para Pablo, un judío fariseo, la gracia  fue su fuente continua donde bebió para presentar su teología.

2) El legalismo

Otro enemigo de la gracia es el legalismo, en cuyas garras pueden caer incluso los ministerios más ortodoxos. A decir verdad, debido a su saludable odio por el libertinaje y su natural inclinación a huir de este, muchos se convierten en presa del miedo. No quieren correr el riesgo de ser malentendidos y la gracia, tal como la Biblia la expresa, se va paulatinamente ausentando de su religión. Es por lo maravilloso, celestial y a la vez simple de la gracia, que  se sienten confundidos, lo que produce que añadan al evangelio obras que obviamente son opuestas a la gracia.

Pablo en su carta a los Romanos separa a los humanos en dos: primero están los hijos de la gracia de Cristo, quienes saben cuan inmerecedores fueron, son y seguirán siendo del amor salvífico eterno Dios. Por otro lado se encuentran los paganos, quienes descansan en sus obras para alcanzar la salvación. El paganismo está presente, si bien de manera sutil,  hoy  en este tipo de ministerio.
El evangelio diferente (Gá. 1:6) es uno que ofrece “Cristo más obras” para salvación. En cierta ocasión escuché  algo chistoso de una  niña de tres años. Ellá decía que solo iniciaría su estudio preescolar cuando supiera sumar, restar y leer. Esto es  una buena ilustración del legalismo, que dice “hay que ser buenos para poder ser salvos”, o que “hay que ser perfectos para ser santificados”.  Como dije líneas atrás, la gracia es liberadora, y es por esto que Pablo insta a los Gálatas, y a quienes hoy proclamamos el evangelio, “estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”, Gálatas 5:1.

¿Teme predicar la gracia?

Por todo lo expuesto anteriormente, muchos no quieren atreverse a predicar la gracia. Algunos por el riesgo de ser tomada por libertinaje. Otros, por su legalismo. Y otros más por arrogancia y confianza en sus conocimientos bíblicos y credos que pretenden circunscribirla  a su forma de religión particular.

Si la gracia está ausente, el evangelio no está presente. Es otro evangelio. “En el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”, Romanos 1:17. Este fue el versículo que transformó a Lutero en incendió la Reforma.

No tema. Predique la gracia, a todo riesgo. Ella no pide que la defiendan o la protejan, solo que la prediquen. Ella ya fue asesinada y resucitó al tercer día. Si la gracia está ausente es porque Cristo no está presente, pues Él es la gracia manifiesta de Dios. En palabras de Samuel Davies: ¡Gran Dios de maravillas! Todos tus caminos despliegan los atributos divinos; pero innumerables actos de gracia perdonadora brillan más allá de tus otras maravillas; ¿quién es Dios perdonador como tú? ¿O quién tiene gracia tan rica y gratuita? Envueltos en el asombro, con tembloroso gozo, aceptamos el perdón de nuestro Dios; perdón para los crímenes del más profundo tinte, perdón comprado con la sangre de Jesús: ¿quién es Dios perdonador como tú? ¿O quién tiene gracia tan rica y gratuita? ¡Oh, que esta extraña, esta incomparable gracia, este divino milagro de amor, llene este ancho mundo con agradecida alabanza, como ya llena los coros celestiales! ¿Quién es Dios perdonador como tú? ¿O quién tiene gracia tan rica y gratuita?

Tomado de: www.thegospelcoalition.org

sábado, 16 de noviembre de 2013

SOLA SCRIPTURA


"¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer", Isaías 8:20   
 
“Los hombres no rechazan la palabra porque encuentran faltas en ella, sino porque ella encuentra faltas en ellos”, John Blanchard
 
El miércoles 17 de abril del año 1521, Martín Lutero fue traído ante lo que se conoció como la dieta de Worms, donde se le pidió se retractara de sus escritos y de 41 de sus 95 tesis. La respuesta de Lutero fue la siguiente: “Ya que su más serena majestad y todos sus príncipes requieren una respuesta clara, simple y precisa, yo le daré una sin cuernos ni dientes, y es esta: Yo no puedo someter mi fe al papa o a los concilios, porque está tan claro como el día que ellos han errado continuamente y se han contradicho a sí mismos. A menos que yo sea convencido por el testimonio de las Escrituras, o por razones evidentes,  me mantengo firme en las Escrituras por mí adoptadas, y mi conciencia es prisionera de la Palabra de Dios, y no puedo ni quiero revocar ninguna, viendo que no es seguro o justo actuar contra la conciencia. A Dios que me ayude. Amén”.
 
Cuando Lutero habló de que su conciencia era prisionera de la Palabra de Dios, estaba haciendo referencia a que opiniones y tradiciones de hombres no nos obligan cuando de asuntos doctrinales se trata. Del mismo modo, no somos obligados por concilios o bulas, ni credos o confesiones de fe. Solo la Palabra de Dios nos ata; solo ella obliga la conciencia de manera universal. No podemos olvidar eso, porque hoy hay muchas cosas en todas las denominaciones, incluyendo aquella a la cual pertenece nuestra congregación, que son puramente denominacionales. Quizás no sean enseñanzas antibíblicas, pero simplemente representan la forma en que un grupo de cristianos ha elegido hacer las cosas.  La tradición no nos hace bíblicos. Cuando los credos  y las confesiones de fe coinciden con la Palabra, esas declaraciones nos exigen una cierta obligación; pero su autoridad no está en ellas, sino en la Palabra de Dios que las ampara.

El veredicto de Dios acerca de su palabra

El apóstol Pedro, por dirección del Espíritu Santo, nos dejó algunos principios relacionados al tema de Sola Escritura. En 2 Pedro 1:20-21 leemos lo siguiente:
 
"Pero ante todo sabed esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios".
 
1: Las Escrituras no son asunto de interpretación personal. Por tanto, tenemos que ser cuidadoso cuando escuchamos a personas decir, “para mí esta porción de las Escrituras significa esto”, y otro decir, “bueno, para mí significa esto otro”, teniendo significados contrarios, y que luego ambos estén satisfechos con lo que cada cual entendió del mismo texto. Un texto de la Palabra tiene una sola interpretación, aunque puede tener múltiples aplicaciones. En nuestra humanidad sabemos que dos personas  ortodoxas en su teología pudieran diferir en la interpretación de un mismo texto; pero esto no nos dice que ambos están en lo correcto. El Espíritu que inspiró el texto sabe cuál es la interpetación correcta, y es ese entendimiento el que tenemos que tratar de encontrar.
 
2: Ninguna de las enseñanzas de la Palabra llegaron a nosotros como consecuencia de una intención, deseo o proyecto humano. El hombre no decidió tener una revelación de Dios, ni decidió escribir estas enseñanzas, sino que la revelación que  tenemos hoy fue el producto de la voluntad divina.
 
3: Cuando estos hombres hablaron, hablaron de parte de Dios, inspirados por el Espíritu Santo. De hecho, en 2 Timoteo 3:16 leemos que toda Escritura fue inspirada por Dios. La palabra traducida como inspirada en el griego es Theopneustos, que significa exhalar; es como decir que la Biblia fue exhalada por Dios. Es esa inspiración de parte de Dios que nos obliga a poner la Biblia por encima de toda otra autoridad, opinión o declaración humana.
 
Como es la Palabra de Dios, quitar o agregar al contenido de la Biblia es un asunto muy serio; es violar su integridad.Si le añades, pones en boca de Dios cosas que Él no ha dicho, y si le quitas, eliminas verdades que Dios ha querido comunicar al hombre.

SOLA SCRIPTURA significa que la Escritura es:

  • INSPIRADA por Dios.

  • ESTÁ COMPLETA en sí misma.

  • ES INERRANTE; no contiene errores.

  • ES INFALIBLE, y por tanto incapaz de errar o de guiarnos al error.

  • ES LA AUTORIDAD SUPREMA; por encima de todo. 

  • SOLA SCRIPTURA implica que la Palabra es la única que obliga la conciencia de manera universal.

  • SOLA SCRIPTURA no elimina el valor de los concilios y confesiones de fe que han coincidido con la Palabra, y que resumen largas horas de estudio y debates por parte de grandes hombres de Dios.

  • SOLA SCRIPTURA no nos permite hacer uso de la interpretación privada para torcer la Palabra.

  • SOLA SCRIPTURA requiere de reglas de interpretación transmitidas a lo largo de los siglos.   

  • SOLA SCRIPTURA no nos permite despegarnos del pasado y hoy traer interpretaciones nuevas que contradicen la fe.

  • SOLA SCRIPTURA juzga la iglesia y sus maestros, y no al revés.

  • SOLA SCRIPTURA requiere de hombres y mujeres que manejen con precisión la palabra de verdad.
Por todo esto, ninguna iglesia podrá levantarse y sobrevivir sin la autoridad, la guianza y la luz de la Palabra de Dios. Nuestra única esperanza como sociedad está en esa palabra revelada.
 

SOLA FIDE


Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley, Romanos 3:28
 
Sola Fide es la segunda de las 5 SOLAS de la reforma. La expresión significa salvación por fe solamente, o dicho de una manera más teológica, justificación solo por fe. Esta doctrina es de suma importancia: Lutero decía que Sola fide era el artículo sobre el cual la Iglesia se mantiene en pie o se derrumba. El no creer esta doctrina no solo me deja sin salvación, sino que llevaría a la Iglesia a su ruina. Lo que creamos acerca del rapto de la iglesia no necesariamente tiene un efecto sobre nuestra salvación; pero ese no es el caso con Sola Fide. Esta doctrina es la columna vertebral de la fe cristiana. Esta es la doctrina que la iglesia de Roma no cree, ya que aún al día de hoy enseñan que la salvación se obtiene a través de la fe más las obras que hacemos. Y fue esta doctrina, junto con la doctrina de Sola Escritura que vimos en la entrada pasada, las que hicieron que los reformadores rompieran con la iglesia a la cual habían pertenecido por años.

Lutero y Sola Fide

Curiosamente, aunque Lutero terminó defendiendo esta doctrina con su propia vida, no fue así desde el principio. Lutero fue alguien que tempranamente comprendió de la justicia perfecta de Dios, antes de creer en la doctrina de la salvación por fe solamente o Sola Fide. Lutero vivió atormentado por sus pecados, y vivía aterrorizado pensando en su posible condenación. No podía dormir tranquilo meditando en la justicia perfecta de Dios, que de ninguna manera él encontraba cómo satisfacer.
 
Lo que más molestaba a Lutero era el hecho de que, a pesar de haber sido un monje impecable, no encontraba paz para su alma; lo que le llevó a confesarse hasta dos y tres horas diariamente. Lutero describió este período de su vida como uno de gran desesperación. Él dijo haber perdido el contacto con el Cristo Salvador y Consolador de su vida, quien se convirtió en su carcelero y torturador de su alma[1]. Esto llegó a atormentarle tanto que cuando alguien le preguntó en un momento de su vida si él amaba a Dios, Lutero respondió: “¿Amar a Dios?...¡a veces, yo lo odio!”.
 
En 1516, mientras enseñaba el libro de Romanos, Lutero llegó a entender la esencia del evangelio, el mensaje de las Buenas Nuevas, y comprendió finalmente que “el justo por la fe vivirá”, Romanos 1:17 . Esta verdad ya había sido proclamada en el Antiguo Testamento, como vemos en Habacuc 2:4 . Entendida esta verdad, Lutero llegó a expresar lo siguiente: “Finalmente, meditando día y noche, por la misericordia de Dios, yo…comencé a entender que la justicia de Dios es aquella a través de la cual el justo vive como un regalo de Dios, por fe…con esto me sentí como si hubiese nacido de nuevo por completo, y que hubiese entrado al paraíso mismo a través de las puertas que habían sido abiertas ampliamente”[2].

Más el justo por la fe vivirá

Si le preguntáramos a cualquier transeunte de qué forma él o ella piensa ir al cielo, con mucha probabilidad te dirá algo como esto: “Bueno, yo no he matado a nadie, nunca he robado, nunca le he sido infiel a mi esposa…es posible que haya dicho algunas mentiras, pero realmente, ¿quién no las ha dicho? No soy el más santo de todos, pero tampoco soy el peor; de manera que espero que Dios pueda tomar eso en cuenta”. Palabras similares a estas son empleadas con frecuencia por aquellos que viven a nuestro alrededor cuando se le cuestiona acera de la próxima vida. Pero esto dista mucho de las enseñanzas de la Palabra. El apóstol Pablo escribió en Romanos 3:20 que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de El…”. En otras palabras, ninguna de las obras que hacemos tienen el peso para darme entrada ante el trono de Dios. Notemos cómo en un momento dado, el pueblo hebreo se había desviado tanto del camino que Dios dijo a través del profeta Isaías, en Isaías 64:6 , que sus mejores obras eran como trapos de inmundicia. En el original, la frase traducida como trapos de inmundicia hace referencia a paños que han sido usados para la menstruación. Así lucen mis obras cuando pasan por el escrutinio de la justicia de Dios. Y esas son mis mejores obras; imaginémonos ahora las peores.
 
Lutero, entendió eso, y casi perdió la cabeza, puesto que la idea de permanecer bajo condenación le atemorizaba grandemente, conociendo a la vez que le era imposible vivir una vida perfecta que le permitiera entrar a la presencia de Dios. Finalmente, Lutero entendió que era posible tener un carácter moral perfecto para entrar a la presencia de Dios, pero que ese carácter moral perfecto no lo adquiero yo a través de mis obras de santificación, porque ninguna de mis obras es perfecta para pasar el estándar de Dios. Esa rectitud moral me la da Cristo y me la da la por la fe puesta en Él. Romanos 3:21-22 nos dice: Pero ahora, aparte de la ley, la rectitud moral de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas; es decir, la rectitud moral de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen. La rectitud moral de Dios se manifestó ahora aparte de la ley; la ley no me la puede dar. Pero es una rectitud moral que yo obtengo por medio de la fe en Jesucristo, como dice el versículo 21. De ahí la frase Sola Fide, o solo por fe.
 
El día que Cristo murió, mis pecados le fueron cargados (imputados) a su cuenta de una manera real. Por eso Cristo sufrió un puro infierno en la cruz, un infierno de dolor y de separación temporal del Padre, expresado en su grito: “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado”. De esa misma manera, el día que yo deposito mi fe en Cristo como mi Señor y Salvador, su carácter moral perfecto me es cargado a mi cuenta. A esto que acabamos de explicar es que llamamos la doble imputación en teología.
 
Allí en la cruz, mis pecados le fueron imputados a Cristo, y su santidad o carácter moral me es cargado a mi cuenta, lo cual ocurre el día que yo le entrego mi vida. Como resultado, ocurren dos cosas:
  1. Yo quedo sin deuda.
  2. Yo adquiero una santidad ajena, que me ha sido otorgada al yo creer en Cristo como Señor y Salvador. Esa santidad es la santidad de Cristo.
 
Como mencionamos anteriormente, Sola Fide no es una idea nueva; eso fue exactamente lo que ocurrió cuando Abraham creyó. Génesis 15:6 dice que Abraham creyó y le fue contado por justicia. Recuerde que la palabra justicia hace alusión al carácter moral de Dios. Entonces, lo que Génesis 15:6 dice es que Abraham creyó y, al creer, su fe le fue contado por carácter moral, siendo entonces justificado por la fe depositada en Dios. En otras palabras, la razón de la salvación de Abraham no fueron sus obras, en lo más mínimo, sino su gran fe; la fe que depositó en el Dios de su salvación. Y esa fe hizo que Dios lo considerara como si fuera justo, aunque no lo era. Por eso los reformadores insistieron en que la salvación es solamente por fe. Ahora esa fe si es verdadera, estará adornada por obras; no hechas para obtener salvación, sino hechas como evidencia de la salvación ya recibida. De ahí la frase: salvación solo por fe, pero no fe sola.
 
Ahora, para que no lo olvidemos, salvación por fe solamente no es lo mismo que cuando alguien se para y hace una profesión de fe. Muchos son los que han hecho una profesión de fe, pero no tienen posesión de esa fe. Una simple oración para recibir al Señor, hecha de los labios para fuera, no me va a limpiar de mis pecados. La fe que limpia de pecados necesita de tres elementos:
 
1. La fe que me salva necesita conocimiento de lo que Cristo hizo por mí; de lo que hemos venido explicando. Eso es lo que los reformadores llamaron en latín, notitia, que hace referencia al conocimiento que tengo de todo lo que hemos venido explicando. De manera que mi fe no puede ser irracional, ilógica; ni es tampoco fe en la fe.
 
2. La fe que salva necesita poseer convicción de la verdad; convicción de que Cristo es el único nombre dado a los hombres por medio del cual pueden ser salvos (Hechos 4:12 ), y de que Él es el camino, la verdad y la vida, (Juan 14:6 ). Esto es que los reformadores llamaron assensus, de donde viene la palabra asentir, en el sentido que yo tengo que asentir o afirmar con convicción lo que la verdad es, como Dios la ha revelado.
 
Pero eso no es suficiente. Los demonios tienen notitia o conocimiento de que Cristo es el Salvador; y ellos tienen assensus, esto es, ellos están convencidos de que Cristo es el Salvador del mundo: lo saben mejor que nosotros. Por eso dice Santiago que los demonios creen y tiemblan (Stg. 2:19). Lo que ellos no tienen es el tercer elemento:
 
3. Fiducia: confianza en Cristo. Ellos no han depositado esa confianza en el Señor y por eso permanecen condenados.
 
Para ser salvo necesitas absoluta confianza en que la santidad de Cristo imputada a tu persona es lo único que te puede calificar para entrar al reino de los cielos, y eso ocurre el día que te arrepientes de todo corazón, pides perdón por tus pecados basado en el sacrificio de Cristo y le entregas tu vida a Dios y recibes la suya; la vida eterna que Él te regala. Esto es lo que significa Sola Fide. En la próxima entrada estaremos observando la razón de nuestra salvación: Sola Gratia.
 

SOLA GRATIA


"Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios", Efesios 2:8  
 
Hace unos años se celebró en Inglaterra un congreso de diferentes religiones, con la idea de reunir expertos en distintos dogmas y comparar sus enseñanzas. En un momento dado, estos expertos se preguntaron si el cristianismo tenía algo particular que no pudiera encontrarse en ninguna otra religión. Pensaron en la encarnación, pero otras religiones tenían a los dioses en formas humanas. Mencionaron la resurrección, pero otras creencias cuentan de personas habiendo resucitado. Mientras discutían, entró al salón C.S. Lewis, uno de los grandes pensadores y defensores de la fe cristiana, y preguntó que a qué se debía la discusión. Ellos le explicaron que estaban discutiendo si había alguna contribución única de el cristianismo, que no pudiera encontrarse en ninguna de las otras religiones. Sin pensarlo dos veces, C.S. Lewis respondió: "¡Ah! Eso es fácil: es el concepto de la gracia". Los llamados expertos tuvieron que concluir que es cierto, que en ninguna otra religión Dios hace un ofrecimiento de su amor y de su salvación completamente gratis, de forma incondicional. Solo en el cristianismo se da esa condición. En todas las demás religiones, el pecador necesita hacer algo (obras de algún tipo) para obtener el favor de Dios. En la fe cristiana, el perdón de Dios, y por tanto la salvación del hombre, es obra de un Dios soberano, omnibenevolente y misericordioso, que otorga el perdón y el resto de sus bendiciones a sus criaturas por la inmensidad de su gracia.
 
El apóstol Pablo pone de manifiesto de una manera clara cómo Dios reveló que ciertamente la salvación es dada por gracia, como vemos en este pasaje a los Efesios 2 :
 
“4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, 5 aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados)(énfasis añadido)”.
 
Ese solo verso nos deja ver la base de la salvación; pero luego cuando Pablo escribe a los romanos, años más tarde, él explica de una forma llana cómo la gracia y las obras se contraponen cuando de la salvación se trata. Leamos Romanos 11:5-6 :  
 
“Y de la misma manera, también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia de Dios. Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”.
 
En este pasaje Pablo explica cómo si las obras contribuyeran a nuestra salvación, en cualquier grado, entonces lo obtenido deja de ser por gracia. Y si mi salvación es realmente por gracia, ya entonces mis obras quedan excluidas.
 
Quizás uno de los conceptos más pobremente entendidos es el de la gracia de Dios hacia los hombres. Muchos que están dispuestos a afirmar que nuestra salvación es enteramente por gracia a la vez están dispuestos a conceder algún rol a nuestras obras. Por esa razón, antes de continuar debemos aclarar primero lo que es la gracia, para luego poder entender mejor cómo llega la salvación al hombre. 
 
La gracia de Dios puede ser definida como las riquezas de Cristo dadas a nosotros a expensas de Su sacrificio. Otros han definido la gracia como el recibir aquello que no merecemos… como es la gloria. Mientras que misericordia puede ser definida como el NO recibir aquello que sí merecemos… como lo es el infierno. No hay nada que podamos hacer para ganarnos la entrada al reino de los cielos. Y la razón es muy sencilla: todas las facultades del hombre están teñidas por el pecado, aún después de su regeneración: sus emociones, su pensamiento, su hablar, sus motivaciones, sus acciones... Por tanto, nuestras obras no pasarían el escrutinio de la justicia perfecta de Dios.
 
Lamentablemente, al hombre se le hace difícil concebir que no hay nada que él pueda hacer para contribuir a su salvación, dado que prácticamente todo lo que él obtiene de este lado de la gloria está relacionado a algún esfuerzo humano. Nos parecemos mucho al niño de esta historia: este niño tenía unos 4 o 5 años y era llevado siempre a la iglesia por sus padres. En aquella iglesia se celebraba la comunión una vez al mes; el primer domingo de cada mes. Este día, era la norma el tomar dos ofrendas en vez de una: la primera se recogía antes del sermón, y la segunda se tomaba inmediatamente antes de la comunión, y era una ofrenda que se recogía para el fondo de benevolencia. Normalmente los padres daban dinero a su hijo para poner en la primera ofrenda, pero no en la segunda. Un domingo ellos decidieron darle dinero para poner en ambas ofrendas. Él pone su ofrenda antes de la comunión, y cuando llega el tiempo de tomar la comunión, él se para a tomarla, algo que nunca había hecho. Su madre lo detiene y le dice: "¡Tú no puedes tomar la comunión todavía!", a lo que el niño responde: "¿Porqué no? ¡Ya yo pagué!".
 
Estamos tan acostumbrados a pagar, o a recibir algún beneficio después de pagar, que no podemos concebir una salvación “gratuita”. Gratuita para el hombre, porque lo que yo recibo en Cristo, que es sin costo alguno, le costó la vida a mi Redentor. El pago más alto que jamás se haya hecho en todo el universo, se pagó por mi salvación.    

La gracia de Dios es soberana

Si al hombre se le hace difícil concebir una salvación por gracia, se le hace más difícil concebir una salvación soberana. Cuando revisamos lo revelado por Dios en su palabra descubrimos que su gracia es general para todos los hombres, como leemos en Mateo 5: 45b: “porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Pero Dios también ha revelado que hay una expresión de su gracia que es especial para sus elegidos, y esa verdad es evidente en múltiples pasajes distintos.
 
El Evangelio de Lucas nos dice lo siguiente en Lucas 4:25-27 : "En Israel habían muchas viudas en el tiempo de Elías, y Dios decidió enviar a Elías, no a las viudas de Israel, sino a una viuda en Sarepta, la tierra de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio". Vemos aquí la gracia soberana de Dios al enviar a su profeta, no a las viudas judías, sino a una viuda gentil. El pasaje también nos dice que en esos mismos tiempos habían muchos leprosos en Israel, y ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio. Eso es gracia soberana porque unos la reciben y otros no, según quien la otorga.  
 
¿Cuál es la respuesta del hombre ante la gracia soberana de Dios? La podemos ver en los versículos 28 y 29 de este texto de Lucas, después que Jesús habló estas palabras:
 
“Y todos en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas, y levantándose, echaron a Jesús fuera de la ciudad, y Lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para tirar a Jesús desde allí”. El hombre no tolera que Dios elija soberanamente cómo Él obrará, porque a la carne le gusta la idea de dirigir su propio destino.
 
Quizás, el pasaje donde vemos más claramente el ejercicio soberano de la gracia de Dios es en Romanos 9 . Veamos: 
 
“9 Porque esta es una palabra de promesa: POR ESTE TIEMPO VOLVERE, Y SARA TENDRA UN HIJO. 10 Y no sólo esto, sino que también Rebeca, cuando concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac 11 (porque aún cuando los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama), 12 se le dijo a ella: EL MAYOR SERVIRA AL MENOR. 13 Tal como está escrito: A JACOB AME, PERO A ESAU ABORRECI”.
 
El Señor eligió a uno sobre otro desde antes de nacer; anterior a cualquier acción de parte de estos dos mellizos, para mostrar su soberanía en la elección de Jacob sobre Esaú… no basado en sus obras, sino en el propósito de Dios, como revela el mismo pasaje. El apóstol Pablo, como buen polemista que fue, anticipa los cuestionamientos de sus opositores y continúa su disertación de esta manera:
 
14 ¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo! 15 Porque El dice a Moisés: TENDRE MISERICORDIA DEL QUE YO TENGA MISERICORDIA, Y TENDRE COMPASION DEL QUE YO TENGA COMPASION. 16 Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice a Faraón: PARA ESTO MISMO TE HE LEVANTADO, PARA DEMOSTRAR MI PODER EN TI, Y PARA QUE MI NOMBRE SEA PROCLAMADO POR TODA LA TIERRA. 18 Así que del que quiere tiene misericordia, y al que quiere endurece.
 
Con esto, Pablo pone de manifiesto que Dios no le debe misericordia a ningún ser humano, porque la raza ya está bajo juicio a partir de la caída de Adán. Lo justo sería enviar a la raza entera al infierno, y nadie tendría el derecho de cuestionar a Dios. Pero en vez de hacer eso, Dios envía a un grupo de personas a la gloria que no merecían, y cuando lo hace, lo hace exclusivamente por su gracia.
 
Muchos preguntarían entonces, si es por gracia, ¿por qué Dios todavía hace al hombre responsable? Esa es la pregunta que Pablo anticipa y que él mismo responde inspirado por el Espíritu Santo:
 
19 Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios? Porque ¿quién resiste a su voluntad? 20 Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así?
 
Con estas palabras Pablo silencia a sus opositores y deja ver que el hombre, que no ha creado el mundo, que no ha redimido al mundo y que no entiende los propósitos de Dios, no está en una posición de cuestionar al Dios soberano del cielo y de la tierra.
 
Solamente por gracia es una de las grandes doctrinas de la Biblia que necesita ser proclamada en cada generación tan claramente como sea posible. Si abandonamos esta doctrina convertimos al hombre en merecedor, lo cual es contrario a la revelación bíblica. Debemos sentirnos altamente agradecidos de nuestro Dios que en su gracia suplió un Redentor para nosotros, y por su sangre nos dio vida cuando estábamos muertos en delitos y pecados.
 

sábado, 9 de noviembre de 2013

AVIVAMIENTO

 
 
 
"Y con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil almas. Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración. Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común", Hechos 2:40-44
 
Habíamos dicho en la entrada anterior que un avivamiento puede definirse como una visitación especial del favor de Dios donde Él derrama su gracia sobre creyentes e incrédulos. Esto trae como consecuencia la conversión de muchos que hasta ese momento no habían creído, un aumento de la santificación del pueblo de Dios, y cambios cuantificables en los estilos de vida de aquellos afectados por este mover. Mencionamos además que, frecuentemente, períodos de avivamiento han ocurrido cuando el pueblo de Dios ha estado en malas condiciones espirituales. Algo similar es observado en el libro de los Jueces, donde identificamos 7 ciclos en un período de aproximadamente 350 años: El pueblo Hebreo se desviaba pecando contra Dios, era oprimido por otra nación, entonces clamaba a Dios y Él escuchaba, trayendo renovación y liberación a su pueblo, para luego volver a repetirse el ciclo.
 
Ya en el Nuevo Testamento, pudiéramos considerar el primer avivamiento de la iglesia a partir del día de Pentecostés, donde después de la prédica de un solo sermón, 3,000 nuevas personas fueron convertidas al cristianismo (Hechos 2:41 ). Este es un evento poco usual, quizás único en la historia de la iglesia. Durante este tiempo, una de las cosas que caracterizó al pueblo fue la presencia de un temor reverente hacia Dios, como vemos en Hechos 5:11 : “Y vino un gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que supieron estas cosas”. 
 
Cuando revisamos el sermón que Pedro predicó en aquella ocasión, nos percatamos de que fue un mensaje Cristocéntrico y Cruzcéntrico; y si hay algo que podemos decir de todo avivamiento es que la Palabra ha tenido una centralidad poco vista en muchas de las iglesias de nuestros días. Esa predicación durante los momentos de avivamiento ha sido osada, atrevida, confrontadora de la pecaminosidad del hombre y acompañada de una exaltación de la santidad de Dios. Nosotros no podemos ver toda nuestra pecaminosidad hasta no haber visto la santidad de Dios por lo que verdaderamente es.
 
Hoy en día se tiende a usar la palabra avivamiento simplemente cuando vemos a muchas personas acudir a una iglesia, pero donde muchas veces no encontramos ni la centralidad de la Palabra de que hablamos, ni el mensaje Cristo y Cruzcéntrico, ni la confrontación del pecado, ni el temor reverente hacia la santidad de Dios. Llamar avivamiento a algo que carece de las características anteriores no es consistente con las visitaciones de especiales de Dios en los últimos 2,000 años.  
 
En la época de la Reforma, a partir de 1517, cuando Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la catedral de Witenburg, Europa se vio arropada por un movimiento de avivamiento que llegó a cambiar ciudades y naciones. El reformador John Knox llegó a decir que la Ginebra de la época de Juan Calvino era “la escuela de Cristo más perfecta desde el tiempo de los apóstoles”. Escocia, como nación, adoptó una confesión de fe evangélica, que llegó a ser hasta promulgada de manera oficial. Este avivamiento europeo cruzó el océano, y ya para los años 1730’s se habla en Estados Unidos del primer Gran Avivamiento, encabezado primordialmente por Jonathan Edwards, quien predicó su sermón más famoso “Pecadores en manos de un Dios airado” el 8 de Julio de 1741, en Enfield, Conneticut. Se cuenta que aquel día las personas cayeron al suelo llorando de arrepentimiento, y hasta dándose golpes en el pecho por la profunda convicción de pecado que cayó sobre la congregación.
 
Una vez más, pudiéramos enfatizar el hecho de que para el año 1730, inmediatamente antes del primer Gran Avivamiento, la iglesia vivía una condición de apatía, y Dios produjo aquel gran mover en rescate de su pueblo. Para los que no conocen a Jonathan Edwards, él ha sido catalogado por la Enciclopedia Británica como el académico más grande en la historia de Estados Unidos, y a la vez considerado uno de los teólogos más brillantes, además de ser pastor de una iglesia. La otra figura importante de este avivamiento fue George Whitefield, un predicador inglés de origen anglicano, pero que fue usado por Dios para predicar en múltiples denominaciones. Whitefield llegó a viajar a Gales, a Inglaterra, a Escocia (14 veces) y a Estados Unidos (7 veces). En 1740, Whitefield estuvo en Estados Unidos por 42 días, y en ese tiempo predicó 175 sermones. De él se dice que llegó a predicar a audiencias de 20,000 personas sin un micrófono. Cuando Dios se mueve, todo a nuestro alrededor se mueve. 

Como podemos ver, los avivamientos tienen características particulares que pudiéramos resumir: 

  1. La centralidad de la Palabra.
  2. Mensajes Cristocéntricos y Cruzcéntricos.
  3. Confrontación del pecado.
  4. Un despertar hacia la santidad de Dios.
  5. Un gran número de nuevas conversiones.
  6. Cambios en los estilos de vida de personas, poblados, e incluso ciudades.
  7. Personas particulares usadas por Dios.

Dado todo lo anterior, debemos hacernos la pregunta, ¿Creemos nosotros que la iglesia latinoamericana de hoy en día se encuentra en condiciones de avivamiento?

En mi opinión, creo que en ocasiones encontramos señales muy tempranas, en ciertos círculos, que pudieran significar que Dios ha comenzado a moverse en medio de su pueblo. Pero creo que si vamos a ver algo similar a lo que la historia de la Iglesia nos ha mostrado, todavía necesitamos ver un despertar de la predicación expositiva de la Palabra, que enfatice la cruz, el llamado al arrepentimiento, y la santidad de Dios. En adición, necesitamos mucho más oración de la que hoy tenemos en medio del pueblo, y un nuevo mover en el ámbito de la adoración, que nos traiga nuevas composiciones, menos sentimentales y más doctrinales. Las canciones no producen avivamiento, pero sí son el resultado de un Dios que ha comenzado a manifestarse y a revelarse al hombre de una forma más grande y más clara. Oremos todos para que Dios tenga misericordia de todos nosotros en Latinoamérica, y para que la predicación expositiva de la Palabra vuelva a ocupar su centralidad en los púlpitos, como la tuvo en los tiempos pasados.