LLAMADO EFICAZ

"Todo lo que el Padre ma da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le hecho fuera" (Jn.6:37)

sábado, 4 de octubre de 2014

"LA IGLESIA DEBE SER AMIGA DE PECADORES"

"En la mayoría de las iglesias, no me siento bienvenido". Fue una declaración increíblemente triste y poco común. Bill (que no es su nombre real) es un tipo sinceramente agradable; también era un adicto en recuperación con antecedentes penales. Todos sus tatuajes tenían historias. "Este es un recuerdo de la muerte de mi madre". "Esta rosa es por mi hija . . . Ya no me permiten verla más". "Este es por el mejor disco de rock que ha existido". La verdad es que no todas eran buenas historias, pero eran parte de su vida. Sin embargo, debido a su historia, se sentía rechazado en la mayoría de las iglesias de su sector.

En una iglesia, alguien se ofreció para comprarle un traje, porque "debía tener uno para ir a la iglesia". Fue un gesto sincero, pero hizo que Bill se sintiera como que no pertenecía ahí. Otra congregación simplemente lo ignoró. Entró solo, se sentó solo y salió solo. La gente parecía notar su presencia pero no querían conocerle. En la iglesia de sus padres se conocía bien su historia, y debido al dolor y tristeza que les había ocasionado, a menudo se sentía juzgado, criticado y condenado cada vez que asistía. Una mujer en especial siempre le hacía comentarios con indirectas: "Ya hace tiempo que no vas a la cárcel. Te debe estar yendo bien".

Domado y domesticado

En la mayoría de las iglesias evangélicas modernas el evangelio ha sido domado, y domesticado. Sin embargo, el evangelio dice que éramos rebeldes, traidores, insurgentes en contra del Todopoderoso y santo Dios de universo. La ira de Dios, la furia del infierno, y la rabia de nuestros corazones oscurecidos no son temas seguros, domesticados. En el centro del evangelio se encuentra el asesinato sangriento y terrible del inocente Hijo de Dios. Hemos domesticado la cruz, llevándola en nuestras camisetas y alrededor de nuestros cuellos, pero debemos verla con claridad como la tortura de un hombre inocente, la muerte del Hijo de Dios y el medio despiadado de nuestra salvación. La cruz no es apropiada para la familia, pero sigue siendo el corazón del evangelio.

Si esta es nuestra historia, entonces ¿por qué tantas iglesias parecen comunicar que la gente no es lo suficientemente limpia como para ser recibida en el rebaño? Ya sea de forma intencional o no, algunas iglesias ven ciertos pecados como que si fueran más respetables que otros.

Por ejemplo, veamos la confesión de pecados. Un amigo confesó públicamente, en medio de lágrimas y quebranto, que era adicto a la pornografía. Sin embargo, nadie le dio seguimiento. Ni un solo miembro de su grupo pequeño, ni un solo anciano, le preguntaba cómo le estaba yendo. La confesión fue recibida con tal incomodidad que la mayoría prefirió pretender que nunca había ocurrido.

Piensa ahora en los tipos de ilustraciones que utilizan los pastores y maestros. Podemos dar a entender que los pecados de verdad están en una cierta lista o calzan en cierta categoría. Incluyen cosas como la actividad homosexual, el aborto o el abuso de drogas. Siendo estos nuestros ejemplos favoritos, las personas empiezan a hacer una distinción entre ellas mismas y las personas "realmente malas".

Los peores pecadores

Jesús, en su vida terrenal, amaba a los peores pecadores. De hecho, muchas veces los líderes religiosos lo atacaron por ser "amigo de pecadores". Jesús conocía y amaba a las prostitutas, a los traidores políticos, a los leprosos y a las parias sociales. Tim Keller ha resaltado de forma poderosa la diferencia entre Jesús y muchas iglesias evangélicas modernas. En El Dios pródigo, él escribe:
Cada vez que Jesús se encuentra con una persona religiosa o un marginado sexual (como en Lucas 7) o con una persona religiosa y un marginado racial (como en Juan 3-4) o una persona religiosa y un marginado político (como en Lucas 19), el marginado es el que se relaciona con Jesús y que se parece al hermano mayor (del hijo pródigo) no. Jesús les dice a los líderes religiosos respetables que "los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros" (Mateo 21:31).
Si la predicación de nuestros ministros y la práctica de nuestros parroquianos no tienen en la gente el mismo efecto que tuvo Jesús, entonces no estamos comunicando el mismo mensaje que Jesús comunicó.

Jesús era amigo de los pecadores. Debemos evaluarnos y a nuestras iglesias y preguntarnos si lo mismo se diría de nosotros. Me pregunto si la lista de pecados de los que estaban recuperando los corintios se encontraría en nuestras iglesias. Pablo escribe:
 
"¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores[a], ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios", 1 Corintios 6:9-11.

Si no se ven este tipo de historias en nuestras congregaciones, deberíamos detenernos y preguntarnos por qué.

La historia de Marianna

Me sentí tan orgulloso cuando escuché la historia de Marianna. Ella había sido desnudista de tiempo completo, y una miserable de tiempo completo. Eventualmente decidió que debía asistir a una iglesia y aunque no había dejado aún su trabajo, fue recibida con los brazos abiertos. A veces llegaba al culto con su "ropa de trabajo". Su pastor la recibía en la puerta de iglesia con un abrigo. Cuando decidió unirse a la iglesia, empezaron a presionarla más para que dejara su trabajo, explicándole con gentileza y firmeza cómo estaba pecando cada vez que realizaba su trabajo.

Su ayuda y amor no terminó ahí. Dado que Marianna no tenía habilidades comercializables y tenía poca educación, no tenía muchas opciones de trabajo. Su iglesia comenzó a acercarse y apoyarla, y le ayudó a recibir el entrenamiento que necesitaba para avanzar. La iglesia la recibió tal y como era y la amó lo suficiente como para no dejarla donde la había encontrado. La iglesia de Marianna fue realmente una iglesia con cultura de recuperación.

Una iglesia con cultura de recuperación no da cabida a pecados respetables. Todos los pecados son asquerosos, desagradables y dignos del infierno. Por lo tanto, honesta acerca de esta realidad, una iglesia con cultura de recuperación recibe a todo pecado y sus historias. Tanto el chico con adicción a las metanfetaminas como la mujer con adicción al enojo necesitan ayuda. Ambos son bienvenidos. Ambos reciben amor. Este proceso puede ser desagradable y complicado, sin duda, pero también lo es el evangelio.

Las iglesias con cultura de recuperación no siempre son apropiadas para la familia, pero siempre son apropiadas para el evangelio.
Este artículo fue publicado originalmente el 20 de febrero 2014 para The Gospel Coalition. Traducido por Daniel Lobo.

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