LLAMADO EFICAZ

"Todo lo que el Padre ma da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le hecho fuera" (Jn.6:37)

martes, 17 de agosto de 2010

Cristo en Vosotros

Por: R.M. McCheyne

"A los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros a esperanza de gloriar" (Col. 1:27).

Se describe aquí el evangelio como "Cristo en vosotros la esperanza de gloria". Estas palabras pueden entenderse en dos sentidos y no podemos positivamente determinar cuál de los dos es el más exacto. Es posible que pueda aplicarse en uno y otro. Acerquémonos a ambos para entenderlos.

I. "Cristo en vosotros" significa Cristo apropiado por !a fe como nuestra justicia y fortaleza. Éste es el firme fundamento sobre el cual esperamos la gloria. Parece que se usa en este sentido "que Cristo habite en vuestros corazones por la fe" (Efesios 3:17). Cuando el corazón de un pecador es abierto por el Espíritu Santo, y la excelencia de Cristo le es mostrada, el corazón desea íntimamente a Cristo y acude a Fl. Desde entonces todo nuevo descubrimiento que el alma hace de Cristo renueva este mismo acto de acercamiento al señor Jesús. Desde entonces cada oprobio que el alma le infiere, cada tentación, cada caída en el pecado, cada aflicción lleva al alma a trabar del Señor Jesús más real y firme y plenamente. De este modo, por una fe constante y permanente (el justo vivirá -de modo continuado- por la fe), puede decirse que Cristo habita por la fe en el corazón. Cristo, así asido poda fe, se constituye en la esperanza de gloria. Es esa fe viva, ese recibimiento íntimo de Cristo que nos da una serena. dulce y plena esperanza de la gloria. E1 alma que de verdad puede decir "Cristo es mío", puede también añadir " La gloria es mía". Porque no necesitamos nada ni nadie más que a Cristo para defendernos en el día del juicio. ¿Puedes decir tú sinceramente que Cristo es de ese modo tu esperanza de gloria? Si no tienes así a Cristo, no tienes en modo alguno la esperanza de la gloria.

II. Cristo formado en el alma por el Espíritu (Gálatas 4:19), Cristo formado en el alma es también esperanza de la gloria y es así como creo que debe entenderse el pleno significado de este versículo. De este modo, "Estad en mí y yo en vosotros" (Juan 15:4). "Yo en ellos y tu en mí" (Juan, 17:23), y "yo en ellos" (v.26).

1. La mente de Cristo es formada en el alma, " Nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Corintios 2:16). Por la mente comprendo los pensamientos del hombre, sus capacidades intelectuales. Ahora, todo creyente de Cristo tiene su mente formada en él. Piensa como Cristo.

A1 creyente se le da una mente conforme a la mente de Cristo. No quiero significar con ello que un creyente tiene toda la omnisapiencia de Cristo, ni el mismo juicio infalible que Cristo tiene de todo lo creado; lo que sí quiero decir que el creyente, yendo en la luz de Cristo, ve las cosas como las ve Cristo.

Ve el pecado del mismo modo que lo ve Cristo. Cristo sabe que el pecado es sumamente perverso y amargo; conoce su inmundicia y abominación espantosa, no le es oculto que todos sus planes son engaño e ilusión vana y ligera. Ve, además, su terrible peligro y cuán unido al pecado se halla el más intenso sufrimiento e infelicidad y desgracia. Pues bien, en menor escala, en menor grado, pero así lo ve también el creyente.

Ve el evangelio como lo ve Cristo. Cristo descubre glorias maravillosas en el Evangelio, ve el camino de salvación que É1 mismo nos preparó, nuevo y vivo. Admira del evangelio lo completo de su salvación, lo libre de su ofrecimiento, cómo glorifica a Dios y hace feliz y salvo al hombre. E1 creyente también lo ve igual.

Ve el mundo igual que Cristo. Cristo sabe lo. que hay en el hombre. Considera que este mundo es una completa vanidad, incomparable al valor de una sonrisa del Padre. Sus riquezas, honores y placeres no los considera dignos de ser tenidos en cuenta. Los vio cuando anduvo en la tierra, pero los pasó por alto. Y el creyente ha aprendido a ver el mundo del mismo modo.

Ve el tiempo igual que lo considera Cristo. "Conviéneme obrarlas obras del que me envió, entretanto que el día dura; la noche viene cuando nadie puede obrar". "Tengo prisa" parece decir Cristo. Esa misma sensación tiene el creyente, porque ha sabido, como Cristo, apreciar en su justo valor el tiempo.

Ve la eternidad tan cierta como el mismo Cristo. Cristo contemplaba todas las cosas a la luz de la eternidad. "En la casa de mi Padre, muchas moradas hay". A los ojos de Cristo todo quedaba valorado según el valor que había de tener en la eternidad. Así sucede también con el creyente.

2. El corazón de Cristo es formado en el alma. - Al referirme al corazón estoy pensando en los afectos, a la parte que hay en nosotros que ama u odia, que confía o teme. En nosotros ha sido formado el corazón de Cristo: "Pondré mi Espíritu en vosotros". " Yo en vosotros". "Habite en vosotros mi palabra".

Primero: sentimos el mermo amor hada Dios. ¡Cuán intensa era la delicia que Jesús tenía en el Padre! "Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido". "Pero no estoy solo; el Padre está conmigo". "¡Abba, Padre!" "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Aunque con menor integridad, es de la misma naturaleza el amor del creyente para con el Padre.

Segundo: experimentamos la misma aversión de la ira de Dios. - "Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Salmo 22:1). " Me has puesto en el polvo de la muerte" (Salmo 22:1 y 15)."Sobre mí se ha acostado tu ira" (Sal. 88:7). "Me alzaste y me has arrojado, a causa de tu enojo y de tu ira" (Salmo 102:10). También sucede igual con los hijos de Dios. "Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?" Eso sucede a los creyentes cuando tienen la impresión de que Dios no está contento de ellos y piensan que É1 está con ellos enojado.

Tercero: hay en nosotros el turismo amor para .con los santos. "A los santos que están en la tierra y a los íntegros, toda mi afición en ellos" (Salmo 16:3). "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, amólos hasta el fin" (Juan 13:1). "Nadie tiene mayor amor que éste, que ponga alguno su vida por sus amigos" (Juan 9:4). Tal es el sentimiento de todos los verdaderos creyentes. "E1 que ama es nacido de Dios."

Cuarto: siente la misma compasión por los pecadores. Éste fue el rasgo más importante del carácter de Cristo: su amor para con los pecadores. Su compasión le llevó a abandonar el cielo para venir a morir, le hizo llorar sobre Jerusalén y querer juntar a sus hijos. Su compasión le hace retardar su venida, no queriendo que ninguno perezca (II Pedro 3:9). Todos los que son de Cristo también se le parecen en su compasión por los perdidos. Dentro de ellos palpita el mismo corazón.

Quinto: manifiestan la misma delicadeza para con los despertados. "No quebrará la caña cascada". ¡Oh, qué ternura había en sus labios cuando dijo: "Venid a mí los que estáis trabajados y cargados!" Tal ternura tienen también los creyentes.

3. La vida de Cristo es formada en el alma. - Los creyentes verdaderos viven la misma vida, en sus grandes e íntimos detalles, que vivió Cristo. Aunque tienen numerosas caídas y enfriamientos espirituales, la principal corriente de vida que circulaba por Cristo riega el ser de los creyentes. "Cristo vive en mí" (Gálatas 2:20). "Habitaré y andaré en ellos" (II Corintios, 6:16).

Primeramente, soportando afrentas g burlas. "Quien, cuando le maldecían, no retornaba maldición, cuando padecía no amenazaba" (I Pedro, 2:23). Cristo sufría intensamente con el reproche: "La afrenta ha quebrantado mi corazón" (Salmo 69:20). E n cambio, nunca amenazó ni maldijo, sino que oró en favor de sus afrentadores. Igual hacen los creyentes.

En segundo lugar, haciendo bienes. "É1 anduvo haciendo bienes". Esta misión la convirtió en su comida y su bebida. Lo mismo hacen aquellos en quienes Cristo ha sido formado. " Y de hacer bien y de la comunicación no os olvidéis". Ellos son los encargados de ir haciendo bienes por el mundo. "Vendían las posesiones y las haciendas y repartíanlas a todos" (Hechos 2:45).

En tercer lugar, apartándose de los pecadores. Cristo anduvo entre publicanos, rameras y pecadores. Pero del mismo modo que un rayo de luz atraviesa el sucio calabozo, manteniéndose puro, o como un río que al atravesar un valle lo purifica y fertiliza todo sin ensuciarse a sí mismo, así también Cristo pasó a través de este mundo, mezclándose con los pecadores, pero sin ensuciarse con ellos. Vivió, en su conducta, apartado de los pecadores, pero en su contacto, junto y entre los pecadores. Los suyos también hacen igual. "No conoceré al malvado", decía el Salmista (Salmo 101:4).

III. PERO, ¿CÓMO ES FORMADO CRISTO EN NOSOTROS, LA ESPERANZA DE GLORIA?

Primero, no legalmente. Cristo e n el alma no es nuestro título de gloria. Para que fuese nuestro título de gloria habríamos de tener una: justicia completa, y es un hecho que Cristo -nuestra justicia- no ha sido aún completado en nuestra alma, no h a sido formado totalmente. La mayoría son tristemente deficientes en muchos de los principales aspectos del carácter de Cristo. Sólo es Cristo por nosotros -que es mantenido en nuestros corazones por la fe- el que es el título de la gloria. Cristo es nuestro vestido de bodas, el Señor es nuestra justicia. Esto y sólo esto podrá darnos confianza en el día del juicio.

En segundo lugar, y sin embargo, realmente es así. Es la demostración de que hemos creído en Cristo. Todo hombre puede saber que ha creído en Cristo, aun contando sin evidencias. "El que cree tiene el testimonio en sí mismo". Pero si u n hombre ha creído, los efectos pronto se verán. Cristo será formado en él y pasará entonces a tener una doble evidencia de que Cristo es suyo. " E1 que olvida estas cosas es ciego" (II Pedro 1:9).

Cristo es nuestro y nuestra propiedad para la gloria. Todo creyente santo siente que el cielo ya ha empezado. "El reino de Dios está en vosotros". Dice el tal creyente: "Sé que pronto estaré en el cielo porque para mí es como si ya hubiese empezado. Cristo vive en mí. Pronto estaré con el Señor para siempre".

IV. INSTRUCCIÓN.

1. Vosotros tenéis el título legal para la gloria. - ¿ Habita Cristo por la fe en vuestros corazones? Vosotros habéis oído que los que son guiados por Dios, aceptan a Cristo de todo corazón y le tienen por suprema y celestial justicia. ¿Habéis hecho lo mismo vosotros? ¿Os habéis confiado en Cristo? Él es el único título legal para la gloria. Si vosotros no lo tenéis, vuestra esperanza es vana, es una simple ilusión.

2. ¿Estáis capacitados para la gloria? - ¿ Ha sido formado Cristo en vosotros?¿ Habita y anda Cristo en vosotros? No estéis sin Cristo, porque É1 es la santidad y "sin santidad, nadie verá al Señor".

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